Hemos parado a reflexionar qué haremos con nuestro legado digital, es decir, con nuestra presencia en Internet. Cada vez más vamos dejando rastro en Internet, algunos incluso estando en el vientre materno, los padres suben las ecografías de sus bebes.

Según un estudio realizado por AVG Compañía de Seguridad, el 33% de los bebes de Estados Unidos y Europa, están en Facebook, Twitter, antes de nacer…etc.

En los años de vida de Internet, vamos abriendo cuentas de correo electrónico, nos registramos en páginas web, publicamos blog, artículos, dejamos comentarios, abrimos cuenta en Facebook, Twitter, Instangram, vamos dejando un sin fin de material personal (fotografías, datos bancarios, música, videos ….) por la red.

Dejamos un legado digital importante, pero ¿qué hacer con él? Muchos son los servicios jurídicos que recomiendan dejar un testamento digital.

Para realizar el testamento digital es importante tener un inventario de las actividades digitales, cuentas de correo electrónico, redes sociales, bienes comprados o albergados en Internet, e identificar todas las contraseñas. Además habrá que especificar qué hacer bien eliminar y/o cancelar todo el legado digital o bien prolongar el legado. Para esto último es necesario nombrar a una persona autorizada a continuar con el legado.

En España no existe una legislación sucesoria específica para resolver el legado de los bienes digitales. Este vacío legal ya plantea serios problemas.

Frente a esta situación, diferentes redes sociales y páginas de Internet están desarrollando soluciones para resolver el problema. Facebook y Gmail están siendo las más activas. La red social ha introducido una opción para poder eliminar las cuentas. En este caso, los familiares deben aportar un certificado de defunción, así como una prueba de su relación con el fallecido. Gmail también permite anular las cuentas tras meses de inactividad y certifica la eliminación de todos los contenidos, ya sean correos electrónicos, fotos o vídeos.

Esto significa que las plataformas están activando una especie de autorregulación para resolver un asunto que pronto representará un gran problema.