La tarea pendiente de muchas Hermandades y Cofradías

Fe,devoción, procesiones, incienso, torrijas y días festivos. No hay duda, estamos en Semana Santa.

La tradición nos alcanza estos días, eso sí, con pinceladas de tecnología. Ejemplo y prueba evidente de ello, son las aplicaciones para dispositivos móviles que te permiten saber en tiempo real la ubicación exacta de las distintas procesiones.

El pasado jueves estaba curioseando una de ellas, cuando me percaté de que a través de la misma era posible conocer los nombres de las personas que ocupan ciertos cargos en las cofradías de mi localidad. Esto me hizo pensar en la Protección de datos y preguntarme cuantos de esos miles de penitentes anónimos, que durante esta semana recorren las calles de  la península, pertenecen a Hermandades y Cofradías que se preocupan por sus derechos y los hacen valer. ¿Cuantas de ellas cumplen con la LOPD?

Su obligatoriedad queda fuera de toda duda, es más, la Agencia Española de Protección de Datos ya ha impuesto sanciones por su incumplimiento y ha publicado informes jurídicos sobre esta materia.

Y es que no debemos olvidar que estas organizaciones son depositarias de una gran cantidad de datos de carácter personal, ya que cuentan con proveedores, miembros y, en algunos casos, incluso con trabajadores.

Hay que tener presente que ya de por sí el dato referente a la condición de hermano o cofrade de una determinada Hermandad católica revela la religión y creencias del afectado, también que la normativa vigente es muy clara al  determinar  la necesidad de adoptar medidas del más alto nivel para proteger los ficheros que contienen estas clase de datos.

Así pues, es una obligación para todas ellas adecuarse a la LOPD con todo lo que ello conlleva, pues como bien sabemos la protección de datos va mucho más allá de inscribir unos ficheros y almacenar cierta documentación, requiere un modo de proceder constante que tiene como fin último proteger y respetar la privacidad de aquellos de cuyos datos somos responsables.

Considero que, al margen de las cuantiosas sanciones en las que se puede incurrir, la privacidad es un valor que no puede ser desdeñado y que, de partida, supone dar un trato respetuoso a los demás. Por ello, pienso que es fundamental que todos pongamos nuestro granito de arena para concienciar sobre la importancia de nuestra intimidad y de nuestro derecho a decidir sobre ella, pues en esta sociedad de la información en la que vivimos a menudo es obviado, algunas veces por descuido y otras no.